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Una interesada afinidad

 Y la pregunta es…  ¿existe realmente la igualdad?  Difícil de contestar es,  pues cada uno mirará para su interés.

Ay, de aquellos cismáticos

Érase una vez que se era, una reunión de pastores sin sesera,  apacentando a sus merinas,  en una baldía y solitaria era.

Del cabo de Trafalgar al Santísima Trinidad

─ Ah de la playa, hombre en la orilla ─gritó el carretero. ─ ¿Por dónde? ─preguntó el vigía a mano alzada. ─ A tu siniestra ─señaló el carretero. ─ Hace tres días del fin del combate y la mar sigue vomitando cuerpos sin vida ─voceó el vigía desde la orilla. ─ ¿Español o inglés? ─preguntó desde la carreta. ─ Gaditano y muerto a tiro de mosquete. ─ ¿Y cómo sabes eso? ─preguntó a la vez que se erguía en el pescante. ─ Por la tronera en su gollete ─se hizo el silencio mientras curioseaba en sus bolsillos─. ¡Hay una nota en su escarcela! ─gritó levantando con ella la mano. ─ ¿Y qué dice? ─preguntó impaciente el carretero. ─ De Barbate, al Escorial de los mares ─respondió el vigía. ─ ¡Es del Santísima Trinidad!, que Dios lo guarde… ¿Solo eso porta su nota? ─preguntó gritando. ─ Negativo, eso lo estoy leyendo en un costado de su coleto de cuero y grabado a fuego. ─ ¡Quieres leer la misiva, carajo! ─gritó enérgicamente. ─ No seas curioso, ni impaciente y arrima la car